Este acontecimiento se remonta a mil años antes de Cristo cuando un sacerdote de una tribu que vivía en un bosque australiano les contaba a sus discípulos que había tenido muchas reencarnaciones y diferentes formas de vida por su paso en este mundo.
Cansado de su destino de que su espíritu había pasado por muchas vidas y en diferentes cuerpos materiales, tanto en humanos como también por animales. "Mi pasado está llena de historias de dicha, orgullo y prosperidad" una vez me di cuenta que me arrastraba por la tierra, que podía trepar con toda facilidad árboles, no tenía dientes y para comer tenía que enroscarme para triturar a mi victima para introducirla lentamente por mi boca para luego dormir largos periodos de tiempo, era una serpiente, también recuerdo que me vendieron como esclavo para un gran rey, no podía hablar, solamente pronunciaba sonidos tenía una cara larga, mis patas terminaban en unos cascos era fuerte y corpulento, debí ser un caballo o algo parecido.
En ese tiempo GHTAVO era un sabio y guía de su pueblo, por recomendaciones divinas le dijeron que se dedique a esta última parte de sus reencarnaciones a comportarse bien, ser más humano rechazar el odio, controlar su ego, amar a su prójimo como a sí mismo. Querer desligarse del ciclo de reencarnaciones GHTAVO salió de su país en busca de un lugar místico con concentraciones de energía, buenas vibraciones para meditar y alcanzar su más alta espiritualidad.
En una pequeña barca zarpó de su país dejando atrás su pueblo y todo el amor de sus seres queridos.
Recorrió solo por diferentes partes del mundo hasta que por casualidad llegó a Picata a proveerse de agua y alimentos, luego se dio cuenta que este era un lugar apropiado de descanso para iniciar su más alto propósito para alcanzar lo infinito, lo más puro para el descanso eterno de su espíritu.
Cada mañana GHTAVO adoraba al señor supremo, cantando los himnos de alabanza, orando a cada momento, el lugar lo hacía sentir una paz interior y un consuelo profundo que jamás lo había sentido. Se alimentaba de frutas y raíces que se encontraban por el lugar, el marisco y los peces abundaban, no tenía problemas para subsistir. Antes de consumir sus alimentos agradecía al dios supremo, al sol por darle luz y calor, la madre tierra por darle una morada si peligro alguno.
Su espíritu aventurero de investigar y explorar nuevas tierras con poder energético donde realizar sus ejercicios y oraciones decidió alejarse de ese lugar, preparó su propio equipo de viaje y partió hacia la parte alto andina. Después de muchos años de peregrino, de recorrer toda la zona llegó a un valle fértil, de buenas tierras y de un excelente clima, era lo que hoy en día se le conoce como Torata.
Observó un cerro muy peculiar al que lo llamó Cerro Baúl por su forma muy caprichosa en cuanto a su estructura. Después de un corto recorrido llegó a su cima dándose cuenta que era un lugar apropiado para sus motivaciones espirituales. En este lugar permaneció mucho tiempo admirando siempre su forma de como la naturaleza había calado su estructura para formar su frondosidad como lo es ahora.
Él sabía que le faltaba otro lugar para así formar una triangulación como estaba escrito que la pirámide es un símbolo geométrico con mucho poder energético. Su clima caluroso de este valle lo hizo sentirse vigoroso, fuerte, con muchas ganas de quedarse por toda la eternidad, pero tenía que encontrar el otro punto.
Se encaminó valle abajo sus sentidos le anunciaban que estaba cerca; después de pocos días de camino llego a una pequeña chacra llena de sauces, abundante camarón y otros matorrales con un excelente clima, fatigoso se quedó a descansar para pasar la noche. Tal fue su sorpresa de encontrar un cielo completamente estrellado donde se podía observar todas las estrellas y constelaciones, también se dio cuenta de unas lucecitas que brillaban en el cielo, recorrían el firmamento a gran velocidad, que prendían sus luces a colores y eran sus hermanos mayores, sus guías de luz y nunca se imaginó de encontrarlos en este lugar, pero estaban aquí, en Osmore, decidió quedarse por mucho tiempo en este lugar para tener contacto con los seres celestiales.
Así pasaron más de 100 años viviendo solo, hasta que un día orando bajo los arbustos se le acercó un pequeño guanaco que se había quedado huérfano de dos meses de nacido con una pierna rota que apenas podía caminar, se complació del pequeño animal que había perdido a su madre, se dio cuenta que estaba debilitado, le dio de beber y lo alimentó. Sintió gran compasión, lo llevó a su morada para curarlo y protegerlo de los peligros de ser devorado por otros animales que merodeaban por ese lugar.
Diariamente alimentaba al guanaco con pasto y grama tierna, sus cuidados eran minuciosos para que estuviese confortable, sano y salvo. Pronto comenzó a desarrollarse en él un gran cariño; lo acostaba junto a su lecho, comían juntos, se bañaban juntos en las aguas tibias del río, su corazón estaba tan lleno de amor por el pequeño que le dio todo su cariño.
Fue sí como GHTAVO descuidó su trabajo de conseguir su más alta pureza con el creador, el dios supremo, se distrajo del camino de la conciencia del verdadero yo, que es la suprema meta de la vida humana. Sin embargo, GHTAVO se dio cuenta de todo esto, que el pequeño lo estaba perturbando su vida espiritual pero no podía abandonar a un ser vivo que siente y sufre como cualquier humano, sería un gran delito de deshacerse de él.
Un día muy temprano alistó sus pertenencias para partir río abajo, se le acercó al pequeño y le dijo que se marcharía, que tenía que cumplir su misión, que se quedara porque este es su habita y que algún día vendría a visitarlo. Muy triste se alejó de él, después de muchas horas de caminata se dio cuenta que alguien lo seguía al voltear se dio con la sorpresa que el pequeño lo seguía.
En vano fue pedirle que se quedara, siguió su rumbo hasta llegar a la orilla de la playa. Se instaló a pocos metros de la orilla, había llegado nuevamente a la costa para seguir con su trabajo. Un día GHTAVO y el pequeño se fueron a bañar a la playa, era un día soleado y hacía mucho calor no le importó que la mar estaba movida, en una de esas tantas olas grandes lo envolvió al pequeño y la corriente se lo llevó mar adentro, nada pudo hacer GHTAVO puesto que a él también lo arrastraría la corriente.
El pequeño había desaparecido entre las olas, todo el día lo busco por la orilla, nunca más lo volvió a ver. A cada momento recordaba como jugaba con el pequeño guanaco, tocándolo, dándole de comer, saltando junto a él y acompañándolo a todas partes. Tenía el corazón partido, ya incapaz de dominarse GHTAVO marchó sin rumbo, enloquecido, se sentía como si hubiera perdido un hijo, su corazón estaba siendo devorado por la tristeza.
No quería vivir mucho tiempo más ni tampoco tenía que morir sin terminar su trabajo de superación, pero pretendía que su vida acabase. Revisando su carta astral se dio cuenta que al siguiente día muy temprano habría un eclipse donde la luna taparía por completo al sol y la tierra quedaría en completa oscuridad, esa era su oportunidad de penetrar en cuerpo y alma a la roca para así quedar para toda la eternidad.
Minutos antes del gran acontecimiento estelar GHTAVO se aferró fuertemente a la roca, cuando comenzó a oscurecerse se aferró con oraciones y cánticos " perdóname señor de lo que estoy haciendo sin tu presencia, eres mi sol y mi calor atraerme hacia ti, hazme un instrumento de paz y amor para toda la eternidad. "Poco a poco fue ingresando al interior de la roca, dios no podía verlo para impedírselo; su agonía se iba disolviendo, cuerpo y alma se iban introduciendo, la roca ardía de esplendor.
La fusión de cuerpo, alma y roca se hacía incandescente; todo estaba consumado, su cuerpo había desaparecido, el viento se llevó su humor y su aliento. Cuando pasó el eclipse dios no podía creerlo, solo se apreciaba su rostro en la roca.